martes, 12 de noviembre de 2013

La esclerosis múltiple como enfermedad crónica

La esclerosis múltiple es una enfermedad del sistema nervioso central que afecta al cerebro, tronco del encéfalo y a la médula espinal. La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune. Esto significa que las células del sistema inmunológico (las encargadas de protegernos de las infecciones causadas por los microorganismos externos) reaccionan, de forma errónea, contra estructuras propias del organismo. En el caso de la EM, se produce un ataque a la mielina del sistema nervioso central (cerebro y médula espinal)
La mielina es una estructura que recubre los axones de las neuronas, permitiendo así su correcto funcionamiento. Los axones son los encargados de transmitir la información desde y hacia el cerebro, permitiendo el correcto funcionamiento motor y sensitivo, entre otras funciones. La mielina es la encargada de facilitar la correcta transmisión de estos impulsos nerviosos. Su destrucción provocará un enlentecimiento o una interrupción de la transmisión nerviosa, produciéndose entonces los síntomas y signos característicos de esta enfermedad.

Las zonas en las que se produce una pérdida de mielina (llamadas lesiones o placas) aparecen en el tejido nervioso como zonas endurecidas (tipo cicatriz o esclerosis). Estas lesiones se producen en diferentes momentos y en múltiples localizaciones del cerebro y la médula espinal. Los síntomas y signos de la enfermedad variarán de una persona a otra en función de las áreas afectadas. Aunque diferentes personas compartan el mismo diagnóstico, la enfermedad y su evolución será diferente en cada afectado.





La causa específica de la EM es desconocida, pero podrían contribuir a su desarrollo factores genéticos y/o ambientales. Algunas hipótesis han señalado que la EM podría tener un origen viral, aunque por el momento no se dispone de pruebas científicas fiables indicativas de que un virus específico cause el proceso.


¿Cuáles son los síntomas de la Esclerosis Múltiple?

Existen diferentes tipos de esclerosis múltiple (EM), y por lo tanto, la manifestación de esta será diferente según el tipo que sea. En la forma más frecuente de la enfermedad, la remitente-recurrente (85-90% de los casos), los síntomas aparecen en forma de brotes. Sin embargo, la EM también se puede manifestar de forma progresiva (10-15%), como es el caso de la EM primaria progresiva, en la que los síntomas empeoran a lo largo de los años.

No existe una EM típica, ya que los síntomas variarán dependiendo de que área del Sistema Nervioso Central esté afectada. Además, existen algunas conductas que pueden empeorar los síntomas, como son los baños calientes o la exposición al sol. 
Hay que remarcar que no todas los enfermos de esclerosis múltiple tienen los mismos síntomas, aunque los más frecuentes son los siguientes:

  • Fatiga extrema, más allá de la que puede causar una actividad física cotidiana.
  • Síntomas visuales, tales como visión borrosa o doble, o incluso la pérdida de visión en un ojo, debido a la neuritis óptica (inflamación del nervio óptico).
  • Síntomas sensitivos, que pueden presentarse de diferentes formas: cosquilleos, parestesias o sensación de quemazón en algunas zonas corporales, dolor muscular o sensibilidad al calor.
  • Síntomas motores, como dificultades para mover alguna parte del cuerpo o incluso dificultad para caminar.
  • Problemas de coordinación, como por ejemplo dificultades para mantener el equilibrio o para realizar movimientos que necesiten cierta coordinación.
  • Problemas de memoria, en especial con la atención y la concentración. A veces también aparece pérdida de memoria a corto plazo. Estos síntomas aparecen en un estado avanzado de la enfermedad.
  • Depresión.
  • Trastornos del habla, como pueden ser habla lenta o cambios de ritmo en el habla.

Para más información, puedes visitar la página de la Federación Española de Lucha contra la Esclerosis Múltiple (FELEM)

Diagnóstico de la Esclerosis Múltiple

El diagnóstico de la enfermedad se realiza primordialmente por la historia clínica y la exploración neurológica teniendo en cuenta que la resonancia magnética (RM) ha sido la técnica con mayor impacto en la esclerosis múltiple.

El estudio de la función neurológica mediante un examen de los potenciales evocados ayudan a corroborar dicho diagnóstico así como el estudio del líquido cefalorraquídeo mediante la punción lumbar. Un LCR anómalo muestra evidencia de una mayor actividad inmunitaria tales como las bandas oligoclonales, un índice elevado de IgG o un indice elevado de síntesis de IgG. Casi un 80% de las personas diagnosticadas con EM tendrán al menos una de estas irregularidades de LCR, pero los resultados normales no excluyen el diagnóstico, en particular en las etapas tempranas de la enfermedad.

En otras palabras, si el LCR es anómalo apoya el diagnóstico, pero si es normal no lo descarta.

El número y localización de las lesiones en la RM pueden variar con el tiempo, pero la aparición de las lesiones, que a veces pueden ser asintomáticas en el paciente, en distintas zonas del cerebro y separadas en un periodo de tiempo  hacen pensar en esclerosis múltiple ,aunque en ocasiones es difícil diferenciar con certeza lesiones demielinizantes de otras lesiones de origen distinto de ahí la importancia de consultar a su médico para un diagnóstico precoz.

Así pues, la historia clínica, la exploración neurológica, los potenciales evocados, la RM y los datos del líquido cefalorraquídeos, son importantes para realizar el diagnóstico de esclerosis múltiple.

La necesidad de realizar un diagnóstico precoz radica en que la respuesta al tratamiento con medicamentos que cambian la historia natural de la enfermedad es superior si se realiza en las fases iniciales de la misma. Por eso es importantes conocer las características fundamentales de la EM para sospechar que un paciente que ha consultado en urgencias puede padecerla. El tiempo perdido es mielina y probablemente axones dañados, es decir, pérdida cerebral, con todas sus consecuencias, por lo que actuar de forma rápida es fundamental.


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Tratamiento de la esclerosis múltiple


Actualmente no existe un tratamiento de cura, por lo que los objetivos son aliviar los síntomas y sus complicaciones.

Lo más utilizado cuando hay brotes débiles se administran corticoides vía oral, si es fuerte se hace vía intravenosa.

Los fármacos más utilizados son:

  • Acetato de glatiramer: se administra de forma subcutánea diariamente y se logra disminuir en un 30% el número de brotes. Destacan las reacciones locales a la inyección como efectos secundarios.
  • Interferón beta (1ª y 1b): también logra disminuir en un 30% el número de brotes en los pacientes con forma recurrente-remitente. Se puede administrar de forma intravenosa, subcutánea o intramuscular, y sus efectos secundarios más frecuentes son los cutáneos, y un cuadro parecido al de la gripe, en relación con la inyección.
  • Azatioprina: reduce el número de brotes pero es necesario su empleo durante dos años o más. Se administra por vía oral.
  • Mitoxantrona: es más eficaz en las formas progresivas de la enfermedad, y su administración tiene que ser por vía intravenosa.
  • Metotrexate: también necesita emplearse durante mucho tiempo para obtener beneficios. Su administración es semanal.
También se administra tratamiento para las secuelas:
  • Para la fatiga, amantadina o pemolina.
  • Para la disfunción eréctil, sildenafilo.
  • Para depresión inhibidores de seretonina.

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