lunes, 4 de noviembre de 2013

El Parkinson como enfermedad crónica

Es una enfermedad que afecta al sistema nervioso, concretamente al área que coordina la actividad, tono muscular y movimiento.

Se caracteriza por la degeneración de un tipo de células de los gánglios basales, especialmente en la parte del tronco encéfalo que alberga la sustancia negra. Estas células fabrican dopamina, responsable de transmitir la información para el movimiento. Cuando los índices de dopamina se reducen, los receptores (dopaminérgicos), no se estimulan correctamente y esto se traduce en temblor, rigidez o inestabilidad postural.

La enfermedad fue descrita por primera vez en 1817 por el médico inglés James Parkinson y como se cita anteriormente, es un proceso crónico que tiene origen en la degeneración de las células dopaminérgicas. Afecta de diferente manera a las personas que la padecen, su evolución puede ser muy lenta o por lo contrario rápida.

Hoy en día no se conoce la etiología de la enfermedad y por lo tanto cómo prevenirla.

Os dejo un vídeo en el que un enfermo de Parkinson nos cuenta su difícil día a día.




Síntomas del Parkinson

La enfermedad de Párkinson no afecta a todos de la misma manera, y la velocidad de la evolución difiere entre los pacientes. Los síntomas de la enfermedad a menudo comienza en un lado del cuerpo y a medida que evoluciona afecta a ambos lados. Los cuatro síntomas primarios de la enfermedad son:
  1. Temblor: El temblor toma la forma de un movimiento rítmico hacia adelante y hacia atrás a una velocidad de 4-6 latidos por segundo. Este comienza a menudo en una mano, aunque a veces se afecta primero un pie o la mandíbula. El Temblor es más obvio cuando la mano está en reposo o cuando la persona está bajo estrés.
  2. Rigidez: Los músculos permanecen constantemente tensos y contraídos y la persona tiene dolor, o siente rigidez o debilidad.
  3. Bradicinesia: La bradicinesia es el retardo y pérdida del movimiento espontáneo y autónomo. Los pacientes no pueden hacer tareas simples como asearse o vestirse.
  4. Inestabilidad postural: La inestabilidad postural, o deterioro del equilibrio, hace que los pacients se caigan fácilmente.


Diagnóstico de la enfermedad de Párkinson

El diagnóstico de la enfermedad de Parkinson se hace generalmente gracias a las manifestaciones clínicas, pues no existe ningún marcador que la diagnostique. 
Este diagnóstico puede ser de gran dificultad, especialmente en las primeras etapas de la enfermedad, donde los síntomas pueden ser atribuidos a otros trastornos, produciéndose un diagnóstico erróneo.

Es importante realizar un exhaustivo interrogatorio para averiguar otras posibles causas de la enfermedad de Parkinson. En general, se puede realizar un diagnóstico bastante acertado de la EP si un paciente presenta al menos dos de los tres síntomas principales de la enfermedad: hipocinesia, temblor en reposo y rigidez. Tiene gran importancia el hecho de que el temblor sea en reposo y cese con el movimiento, ya que en otras patologías del Sistema Nervioso el temblor aparece únicamente al realizar un movimiento y no en reposo. 

La exploración física y la historia familiar deben ser minuciosas, especialmente en aquellas familias en las que existen casos previos de Párkinson, porque esta enfermedad puede presentarse de forma hereditaria en un 5% de los casos. Es aquí donde se puede hacer un diagnóstico genético basado en un test para la secuenciación de los genes SPARK1, SPARK2 y SPARK4, aunque la alteración en estos genes no determina definitivamente que exista la enfermedad. 

Además, el médico puede llevar a cabo diferentes pruebas de diagnóstico por imagen para la cabeza, como es la RMN (Resonancia Magnética Nuclear), para descartar otras posibles causas de los síntomas producidos, como puede ser la hidrocefalia, lesiones vasculares o tumores. 

Este vídeo explica de manera más resumida y amena todos los puntos importantes a tener en cuenta acerca de la enfermedad de Párkinson. Para ver el vídeo, pincha aquí.

Tratamiento para el Parkinson



El tratamiento para el párkinson pretende abordar uno o varios frentes terapéuticos, con el objetivo de elevar los niveles de dopamina en el núcleo estriado de los ganglios basales, ya sea aportando la dopamina que falta, mediante la administración de sustancias que activan los receptores de dopamina, o retrasando al máximo la degradación de la poca dopamina que quede en la zona.

La terapia para el párkinson no cura la enfermedad, pero está comprobado que la calidad de vida de los pacientes mejora sensiblemente cuando se adhieren al tratamiento y lo siguen regularmente. No obstante, aproximadamente un 5-10% de los enfermos no responderán de manera efectiva al tratamiento.