miércoles, 6 de noviembre de 2013

El Síndrome Metabólico como enfermedad crónica

El síndrome metabólico, proviene del Síndrome X, descubierto y descrito por el científico Gerald Reaven en 1988, el cual, uniendo la relación entre la resistencia a la insulina e hiperglucemia, hipertension arterial y dislipemia como mediadores de riesgo cardiovascular, observó que estos tres factores de riesgo tendían a darse juntos en un mismo individuo. Dado que el denominador común de estos factores de riesgo es la resistencia a la insulina, este síndrome ha sido denominado como Síndrome de Insulinorresistencia.



El Síndrome metabólico, síndrome ¨X¨o síndrome de insulinorresistencia es la situación clínica en la que se dan al menos tres de las siguientes alteraciones metabólicas:


  • Obesidad abdominal (perímetro abdominal mayor de 102 cm en el hombre y de 88 cm en la mujer).
  • HDL-Colesterol bajo (menos de 45mg/dl en el varón y de 55mg/dl en la mujer).
  • Producción aumentada de triglicéridos (más de 150mg/dl).
  • Presión arterial elevada (presión arterial sistólica mayor de 130 o presión arterial diastólica mayor de 85mmHg).

Padecer de forma simultánea varios de estos factores de riesgo hace que se incremente considerablemente el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular o diabetes tipo 2.


Epidemiología del síndrome metabólico

La presencia del síndrome matabólico en distintos grupos étnico (como caucásicos, africanos, la tinoamericanos, indios asiáticos, chinos, aborígenes australianos, polinesios y micronesios) se ha confirmado en varios estudios epidemiológicos. En los países en vías de desarrollo, el cambio de estilo de vida resultante de la industrialización y las migraciones del campo a la ciudad implican el descenso del nivel de actividad física y el aumento de la ingestión de calorías. El incremento resultante de los índices de obesidad ha generado un enorme aumento del número de personas con síndrome metabólico en las regiones en desarrollo.


En esta gráfica se muestra, basándose en estudios publicados, la prevalencia del síndrome metabólico en varios países en vías de desarrollo que varía del 13% de China al 30% de Irán. En una encuesta en Singapur, la prevalencia del síndrome difería entre los principales grupos étnicos: desde el 15% de los chinos y el 19% de los malayos al 20% de los indios.
En las áreas rurales, la prevalencia del síndrome sigue siendo considerablemente más baja; las personas con un estilo de vida tradicional que viven en comunidades rurales realizan actividades físicas a diario y consumen alimentos menos densos en energía.
Es probable que las causas del síndrome metabólico sean el reflejo de una mezcla de factores genéticos y medioambientales y de las las interacciones entre los mismos. Estudios recientes confirman que los factores genéticos contribuyen a la concentración del síndrome metabólico y sus componentes dentro de los grupos familiares. Hay pruebas sólidas de que los indios asiáticos tienen una mayor predisposición genética a la diabetes que otros grupos étnicos.

Una de las razones que explican que el SM esté de moda es indudablemente su elevada prevalencia: el 12% en el registro MESYAS español sobre trabajadores sanos, el 22% de la población general espñola; el 41% de los pacientes con cardiopaías en España, y el 24% en el registro NHANES estadounidense.


Prevención y tratamiento del síndrome metabólico


La prevención del Síndrome Metabólico esta basada en mejorar el estilo de vida, con una dieta adecuada, compuesta de hidratos de carbono, proteínas y grasas, en cantidades adecuadas. La dieta mediterránea, por ejemplo, muestra las características apropiadas para la prevención.También se recomienda la actividad física acorde con las características de la persona. 

Estas medidas deben establecerse desde la infancia, evitando también el aumento de la prevalencia de obesidad infantil y juvenil.

Tratamiento


Se basa al igual que la prevención en conseguir un estado de vida saludable, con acciones como:

  • Abandonar el tabaco.
  • Aumentar la actividad física.
  • Restricción de calorías en la dieta. Normaliza la presión arterial, disminuyendo los niveles de lípidos en sangre y mejorando la resistencia a la insulina.

En muchos casos estas medidas no son suficientes y hay que recurrir a un tratamiento farmacológico, para controlar los factores de riesgo cardiovascular. Se utilizan:

  • Convertidores de la angiotensina, para el control de la hipertensión, disminuir la resistencia a la insulina y prevenir la disfunción renal y vascular.
  • Metformina, glitazona o acarbosa, para mejorar la glucemia y disminuir la resistencia a la insulina.

Se estudian nuevos tratamientos como activadores de peroxisomas o un inhibidor del receptor cannabinoide endógeno, para controlar el metabolismo de los ácidos grasos.

Pautas alimentarias en el síndrome metabólico

El tratamiento del síndrome metabólico no solo incluye un control estricto de la dieta, sino también una serie de modificaciones en el estilo de vida del paciente, tales como la disminución del peso y una actividad física constante. El tratamiento farmacológico solo debe utilizarse cuando las medidas anteriores sean insuficientes.
Las pautas alimentarias en el síndrome metabólico no son más que el seguimiento una dieta equilibrada. Estos son algunos de los consejos que pueden ayudarte a controlar mejor el síndrome metabólico:

  • Realiza 5 comidas al día. Esto evitará la ingesta entre horas y que el organismo tenga carencias de algún nutriente. Además, evita que se lleguen a las comidas con demasiada hambre o ansiedad.
  • Utiliza técnicas culinarias sanas, es decir, rechaza los fritos, empanados o rebozados y opta por la plancha, el horno, cocción o papillote.
  • Al menos 3 piezas de fruta al día. Las frutas nos aportan agua, vitaminas y minerales, además de fibra, que aumenta la sensación de saciedad y evita el estreñimiento.
  • Verduras y hortalizas al menos 2 veces al día, siendo al menos una de las tomas en crudo, como por ejemplo las ensaladas.
  • Las legumbres, dos veces por semana. Las legumbres aportan gran contenido nutritivo y una dieta pobre en grasas y rica en fibra.
  • Modera la ingesta de los llamados azúcares simples, como por ejemplo la bollería, pero incluye diariamente los azúcares complejos, es decir, el arroz, pan o patatas.
  • Menos carne y más pescado. Reduce a 1 o 2 veces por semana la ingesta de carnes rojas e incluye al menos tres raciones de pescado (una de estas tres veces será en forma de pescado azul).
  • Utiliza en todas las formas de cocinado el aceite de oliva virgen, evitando elevar su temperatura a más de 180º C y no reutilizándolo más de tres o cuatro veces, con el fin de evitar su degradación y transformación.
  • Reemplaza los alimentos precocinados por los productos frescos.
  • Suprime el alcohol de la dieta.
  • Controla la sal para cocinar. En su lugar, reemplázala por especias, hierbas aromáticas, limón o vinagre, entre otras.