La hipertensión es una afección particular puesto que apenas se pueden definir las causas exactas de su desarrollo y, además, aquellos que la padecen no presentan síntomas claros e inequívocos. No obstante se han descrito algunos síntomas que en ocasiones se presentan asociados a estados de elevada tensión arterial como cefalea, disnea (problemas respiratorios), mareo y trastornos de la visión.

Es habitual que la cefalea, el dolor de cabeza, que presentan algunos pacientes hipertensos no tenga que ver con la tensión arterial de hecho en ocasiones, el paciente refiere cefalea una vez que sabe que es hipertenso. La cefalea es propia de presiones arteriales diastólicas superiores a 110mmHg; Se localiza comúnmente en la región occipital, sobre todo en individuos jóvenes, y con frecuencia aparece al despertar por la mañana y desaparece,a menudo espontáneamente, al cabo de unas horas.
En cuanto a la respiración, en ocasiones, los pacientes refieren dificultad al respirar que puede ser secundaria a una coronariopatía isquémica o a insuficiencia cardíaca incipiente.

La sensación de mareo es frecuente en hipertensos no tratados, aunque también puede aparecer como resultado de un descenso brusco de la presión arterial, con compromiso de la circulación cerebral.
La visión borrosa, por su parte, puede estar causada por una retinopatía hipertensiva grave.
Otros síntomas frecuentes entre las personas afectadas de hipertensión son el sangrado de la nariz (epistaxis), pitidos en el oído (acúfenos), palpitaciones, fatiga muscular e impotencia, aunque no se ha podido demostrar su relación directa con a presión arterial. Muy a menudo el paciente se levanta a lo largo de la noche para ir a orinar, incluso con poca o nula afección de funcionalismo renal.
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