Antes de una crisis epiléptica hay una serie de signos que indican que esta se va a producir, tales como:
- Momentos de mente en blanco.
- Respuesta incoherente a algunas preguntas.
- Episodios de mirada fija.
- Debilidad o fatiga.
- Desmayo.
- Fiebre.
- Ansiedad.
El síntoma más común son los ataques convulsivos, que producen agitación incontrolada de extremidades, pérdida de conciencia, caída al suelo, etc. o ataques no convulsivos, que consisten en movimientos repentinos sin pérdida de conciencia.
Reconocer estos síntomas en un niño puede significar una vida sana y normal en el futuro, se somete a tratamiento médico, logrando un máximo control de sus convulsiones.
En cambio, si un niño sufre ataques frecuentes y no es diagnosticado, podría desencadenar complicaciones como:
- Dificultades en el aprendizaje.
- Aumento de la probabilidad de sufrir otros ataques.
- Ataques más difíciles de controlar.
Los síntomas en adultos son prácticamente iguales, con sensación de desconocer algo familiar, temblores, cambios en la vista y la audición, sensaciones extrañas y habla confusa.
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