domingo, 20 de octubre de 2013

Diagnóstico de la espondilitis anquilosante

La consulta precoz con un médico, de preferencia un reumatólogo, para un diagnóstico precoz es fundamental, con el objetivo de obtener el tratamiento adecuado.
Los doctores basan dicho diagnóstico de EA en la sintomatología de dolor inflamatorio de espalda, el examen físico así como otras pruebas complementarias para confirmar la enfermedad.

Estas pruebas irán encaminadas en 2 vías: una radiológica por  la que se intentará descartar una inflamación en las articulaciones sacroilíacas y otra de laboratorio como el análisis de sangre para indagar la presencia del gen HLA-B27. El hecho de tener el gen no significa que tenga EA, pero sería una pista que respalde el diagnóstico.

Las alteraciones radiológicas de las articulaciones sacroiliacas, son el pilar sobre el que se basa el diagnóstica de la enfermedad. Si embargo las alteraciones que se correlacionan con el fenómeno inflamatorio y el daño anatómico, grado II, III, IV suelen ser tardíos lo que provoca que el diagnóstico se demore durante años. El estudio de las articulaciones es la técnica de imagen de primera elección.


EL diagnóstico es clínico y radiológico por tanto y si se aplican los criterios diagnósticos actualmente vigentes, se exige siempre la presencia de alteraciones en grado superior o igual a 2 para establecer un diagnóstico.




Los expertos alertan que cuanto más tarde sea el diagnóstico más evolucionada estará la enfermedad y habrá un mayor daño estructural con neoformación ósea que es la responsable de la anquilosis. Estos datos se han conocido durante Proyecto IMAS (Imagen en Espondiloartritis), curso destinado a la formación de reumatólogos de toda España en las nuevas técnicas de imagen aplicadas a la espondiloartritis, que este año ha celebrado su II edición en Madrid. El diagnóstico de la espondilitis anquilosante puede retrasarse hasta 8 años.

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